Esta noche los Oscars

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Esta noche se entregan los premios oscar en su edición del 2011. Soy aficionado al cine, pero no soy capaz de quedarme despierto hasta las tantas para conocer algo que mañana me dirán todos los medios de comunicación sin necesidad de trasnochar. Aunque no he visto la mayoría de películas nominadas, me quedo con dos que me han gustado especialmente, las favoritas según algunos expertos: El discurso del Rey y La Red Social.

Dos historias diferentes con algun punto en común: sus dos protagonistas tienen problemas de comunicación. En la primera historia se habla de un hombre, que contra todo pronóstico termina convirtiéndose en Rey,  pero que  necesita superar su tartamudez para dirigir al pueblo en un momento histórico especialmente delicado, le ayudara un logopeda que terminará por convertirse en un verdadero amigo; en la segunda película, el protagonista es el joven que inició Facebook, la red que ha «atrapado» a más de 500 millones de personas de todo el mundo pero que paradogicamente no ha reportado tantos verdaderos amigos a su mismo creador. Eso sí, le ha convertido en uno de los bimillonarios más jóvenes.

No se quien ganará esta noche, pero creo que ya hemos ganado todos cuando se hacen peliculas como estas que nos sirven de espejo.

¿Qué le preocupa al Papa?

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El huracán mediático que se levantó en torno al libro-entrevista a Benedicto XVI, parece estar amainando. En la medida que se vende y se lee -en Alemania son ya 150.000 los ejemplares distribuidos-, se sitúan y entienden mejor las palabras del Santo Padre. El periodista alemán  Peter Seewald de visita en España ha vuelto a lamentar que la polémica sobre el preservativo haya centrado la repercusión mediática: “En el libro hay muchísimos otros temas mucho más importantes y todo se ha reducido a eso”. No pretendo tampoco volver sobre lo mismo, más bien quiero ir en busca de alguno de esos «otros temas» de los que habla Peter Seewald, y que a mí como estudiante de comunicación, me pueden interesar.

Comparto con vosotros la impresión que tengo después de leer el libro: he descubierto en él a un Papa sincero y cercano que no esconde sus preocupaciones y que pide perdón por los errores, aunque no los haya cometido él mismo; llama por su nombre a las cosas y se lamenta de que la Iglesia no sepa comunicar en momentos y en circunstancias importantes el porqué de su modo de actuar. Precisamente esta cuestión de la dificultad de comunicar en ciertas ocasiones, atraviesa de manera más o menos explícita toda la entrevista; refleja a mi entender, una profunda inquietud del Santo Padre,  no es la primera vez que  alude a ella.

El pasado mes de noviembre, recibía en audiencia a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, entonces  les dijo, que “los pastores y los fieles advierten con preocupación algunas dificultades en la comunicación del mensaje evangélico y en la transmisión de la fe, dentro de la propia comunidad eclesial”.  y en el mismo discurso añadía que “en un mundo que hace de la comunicación la principal estrategia”, la Iglesia no puede permanecer indiferente, debe buscar “valerse con renovado empeño creativo, pero también con sentido crítico y discernimiento atento, de los nuevos lenguajes y de las nuevas modalidades comunicativas”.

En pleno siglo XXI por las autopistas de la información circulan a toda velocidad millones de mensajes. Casi sin tiempo para pensar, los recibimos como si de un auténtico chaparrón se tratara, resbalan sobre nosotros como sobre un chubasquero, solo unos pocos trazos de esa realidad nos llegan a tocar en serio

Necesito decirte algo

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La cosa viene de lejos. En Roma es celebre la estatua del Pasquino. Una imagen de época helenística que desde el S.XVI se ha convertido en símbolo de libertad de expresión. A los pies de la estatua se colgaban en épocas pasadas, hojas con críticas más o menos directas, muchas veces simples versos, que con mayor o menor gracia satirizaban a algunos personajes, casi siempre amparados en el anonimato.

Aunque hoy el Pasquino no es más que una curiosa estatua, nuestra necesidad de comunicarnos sigue intacta; en plena era de Internet, seguimos queriendo aprovechar cualquier oportunidad que se nos brinde para hacer llegar nuestro mensaje. Y en eso de los mensajes, el rey absoluto es el SMS. Según una consultora, en el año 2006 se enviaron en todo el planeta unos 300.000 mensajes SMS por segundo, un total a final de año de aproximadamente un billón. Es de suponer que desde entonces, su número no habrá hecho más que aumentar. ¿Estamos mejor comunicados ahora que lo estábamos entonces?

Y un fenómeno curioso. Aunque los modernos medios de comunicación reinan en nuestro mundo globalizado, siguen teniendo gran aceptación los modestos medios de antaño. No tengo los datos a mano, pero hablo por propia experiencia. La sencilla hoja que publicamos durante un tiempo en mi parroquia todavía es recordada y añorada por muchos que encontraban no solo información de la vida parroquial, también se asomaba a ella la vida del barrio.

Muchos medios para comunicarnos, pero grandes dificultades para descifrarlos. El mismo lenguaje de los sms se parece a los jeroglíficos egipcios; y entre tantos carteles, grafitis y publicidad de todo tipo que invade nuestras ciudades, se hace imprescindible saber interpretar los mensajes que de manera más o menos subliminal se cuelan entre ellos. ¿Por qué en la era de la Televisión e Internet todavía se hace necesario pegar carteles en los muros?